El cerro Trewa de Coñaripe espectáculo de la lluvia

El cerro Trewa de Coñaripe espectáculo de la lluvia

El cerro Trewa de Coñaripe.

Majestuoso macizo cordillerano al sur del lago Calafquén, se alza imponente en la alta cordillera chilena, desafiando el paso del tiempo y acogiendo con devoción los caprichos de la naturaleza. Con su cumbre coronada por nubes danzantes y su ladera cubierta de vegetación exuberante, es un escenario que despierta la imaginación y las más hermosas historias.

Pero es cuando las lluvias o las nieves llegan a la alta cordillera que el cerro Trewa de Coñaripe revela su faceta más sorprendente y mágica. El agua que cae desde los cielos se desliza con fuerza y gracia por las múltiples gargantas y surcos del cerro, creando un espectáculo digno de admirar. Las cascadas brotan de la roca desnuda, como lágrimas de alegría que fluyen libremente hacia el valle y el lago Calafquén.

En esos momentos, el cerro Trewa se convierte en un lienzo viviente, donde el agua en movimiento pinta un cuadro de colores y sonidos. Las cascadas serpentean por las hendiduras de la montaña, formando estelas blancas y espumosas que se funden con el verdor de los bosques que lo rodean. El estruendo del agua al chocar contra las rocas se mezcla con el canto de los pájaros y el susurro del viento, suscitando una sinfonía natural que embriaga los sentidos.

En una visita a Coñaripe y disfrutar de la lluvia del sur, implica contemplar este fenómeno de la naturaleza del cerro Trewa de Coñaripe. Ser parte de ella, es toda una experiencia el contemplar la generosidad de las nubes que depositan su valioso contenido en las alturas del cerro Trewa de Coñaripe.

Imponente macizo cordillerano que desde los milenios de los deshielos, quedó formado para hoy, con una altura impresionante, un corte de roca cordillerana gigante, que deja caer incontables cascadas de fina lluvia camino al lago Calafquén, el Pullinque y el Pellaifa.

Pero no todo es solo admiración y asombro. El cerro Trewa también es fuente de vida para la comunidad. Sus cascadas proveen de agua cristalina y pura a los ríos y arroyos que serpentean por los valles, alimentando la flora y la fauna que se despliegan en todo su esplendor. Es un ciclo de renovación y vitalidad que se completa con cada gota que cae y cada cascada que se forma.

Con el paso del tiempo, el cerro Trewa de Coñaripe sigue siendo testigo de la grandeza de la naturaleza y el poder transformador del agua. Las lluvias y las nieves continúan alimentando sus cascadas, llenando de vida y color cada rincón de esta joya escondida en la alta cordillera chilena. Es un tesoro que perdura en el tiempo, invitando a quienes se acerquen a maravillarse con su magia y a contemplar la danza eterna de las cascadas.

El origen glaciar del Cerro Trewa de Coñaripe

Se remonta a tiempos inmemoriales, cuando la alta cordillera chilena estaba cubierta por imponentes glaciares que esculpían la geografía con su poderoso avance. Hace miles de años, durante la última glaciación, una vasta masa de hielo se extendía sobre la región, dejando su huella en forma de valles, morrenas y circo glaciares.

El cerro Trewa, con su forma característica y majestuosa, se formó a partir de la acción incansable del hielo. Mientras el glaciar avanzaba lenta, pero inexorablemente, arrastraba consigo toneladas de rocas y sedimentos, tallando la montaña a su paso. La presión y el movimiento del hielo sobre la roca madre moldearon su perfil, creando acantilados, aristas afiladas y depresiones en su superficie.

La Hoya o Corona glaciar del Cerro Trewa de Coñaripe

El glaciar, como un escultor paciente, labró una amplia cuenca en la cumbre del cerro, originando un circo glaciar. Este circo, también conocido como una hoya o corona glacial, es una depresión semicircular rodeada de paredes escarpadas, y en el caso del cerro Trewa, ofrece una vista impresionante de la cordillera y de la belleza natural circundante.

A medida que el clima cambió y las temperaturas comenzaron a subir, los glaciares comenzaron a retroceder, dejando al descubierto las formas geológicas que habían esculpido. El cerro Trewa emergió con toda su majestuosidad, mostrando las marcas y los vestigios del antiguo glaciar que alguna vez lo cubrió.

Las cascadas que adornan el cerro Trewa son el resultado directo de este pasado glaciar. Cuando las precipitaciones llegan a la alta cordillera, el agua se filtra entre las grietas y fisuras de la roca, siguiendo el camino trazado por el antiguo glaciar. A medida que el agua se acumula y se desliza por la pendiente, se forma una serie de cascadas que adornan las laderas del cerro, brindando un espectáculo de belleza natural sin igual.

El cerro Trewa de Coñaripe, con su origen glaciar, es un testigo vivo de los cambios geológicos que han ocurrido a lo largo de los milenios. Es un recordatorio tangible de la poderosa influencia que los glaciares han tenido en la configuración del paisaje, y de la fascinante relación entre el hielo, el agua y la montaña.

Francisco Rojas Aguayo

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